Tomates morados, huevos rojos y leche azul


(I) Los alimentos transgénicos están en boca de muchos políticos desde hace ya un tiempo. Son muchos los que dicen que deberíamos aceptarlos, traerlos y comerlos, y sin ningún tipo de miedo. Ellos dicen que muchos estudios han demostrado que alimentarse de ellos no conlleva ningún peligro, que incluso podrían resultar beneficiosos. De la misma manera, organizaciones como Greenpeace están totalmente en contra de estos alimentos, basándose en sus propias investigaciones.


Teniendo todo esto en cuenta, yo creo que (T)los alimentos transgénicos no deberían formar parte de nuestras dietas. Para poder decir esto primero hay que entender qué son los alimentos transgénicos. Estas vituallas son objetos comestibles normales y corrientes que han sido modificados genéticamente para darles cualidades especiales, como mejor color, más olor, mejor calidad y, supuestamente, "mejorarlos".

(A)No podemos confiar mucho en este tipo de comida, ya que los conocimientos científicos acerca de la genética, vegetal o animal, son prácticamente nulos. Dentro de todo lo que se podría saber acerca del ADN, los genes que lo componen y la información que lleva cada uno solo se conoce una mínima porción. Algo que, inevitablemente, incrementaría las posibilidades de fallo en la modificación genética, causando así unas desastrosas consecuencias en los que han ingerido alimentos mal modificados. Además esta comprobado, en más de una ocasión, que estos compuestos tienen sus consecuencias. En varios estudios con ratones y otros animales, tras haberles dado alimentos transgénicos se pudo observar que, en estas alimañas, aparecieron grandes daños en la fertilidad. Esto significa que los transgénicos son un peligro potencial.

(A) Por desgracia los problemas de salud no serían los únicos en aparecer a causa de estos productos. También aflorarían problemas económicos, ya que, la modificación genética es una ciencia que requiere mucha precisión y trabajo, los precios de la comida subirían. Por otro lado este tipo de mercancías implicaría un descenso de los alimentos genuinos consumidos, reduciendo así la suma de dinero que muchos agricultores obtienen de la venta de sus hortalizas y de su ganado. Obviamente los productos transgénicos no sustituirían los alimentos naturales, o no desde el principio. Ya que es muy posible que, si estos productos gustan, vayan ocupando, poco a poco, los alimentos tradicionales.

(C) Yo sólo veo dos soluciones posibles. Por un lado, podemos no aceptar los alimentos transgénicos, seguir como asta ahora, que quizá no sean de la misma calidad que los innovadores transgénicos, pero por el momento nos ha ido bien con ellos. O, podemos aceptarlos, dejar que aparezcan en los comercios pero pidiendo a cambio un aumento del salario mínimo y la creación de más puestos de empleo para paliar las consecuencias de esta nueva industria. Por desgracia, la decisión no está del todo en nuestras manos, habrá que esperar y ver qué deciden la alta política.

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