La sonrisa etrusca

La sonrisa etrusca es un libro lleno de sentimiento. Un libro que combina maravillosamente la dureza con la dulzura y hace ablandecer hasta el más duro de los corazones. Lleno de ternura, la historia, está ambientada en Italia, en la ciudad de Milán, donde acontecerá la historia narrada en el libro.

El argumento principal destaca por su sencillez y humor, que hacen que el libro sea de lectura ligera. Narra la historia de un hombre, Salvatore Roncone, que en sus tiempos de juventud luchó en la segunda guerra mundial contra el régimen de Mussolini como partisano, que más tarde se hizo alcalde del su pueblo, La Rocassera, y llego a ser querido por muchos y odiado por otros.

Pero la historia se ambienta ya en su vejez, Salvatore, victima de un cáncer terminal (o La Rusca como el le llama), viaja con su hijo Renato de su pueblo a Milán, para vivir sus últimos meses junto a su familia. Allí conocerá a la mujer de su hijo, Andrea, la que no le caerá muy bien debido a su comportamiento “Milanes” que al viejo tan poco le gusta. Además en su estancia en Milán conocerá a su nieto Bruno, de apenas 1 año de edad. Con Bruno, Salvatore, se convertirá en un hombre nuevo. El cariño que le tiene al niño hará escapar de ese prejuicio de hombre duro, curtido en la guerra, para convertirse en el abuelo de su querido nieto.

En ese momento la vida de nuestro protagonista se convierte en una carrera a contrarreloj, donde tendrá que combatir el cáncer para poder aguantar más tiempo al lado de su nieto. Además mas tarde conocerá a Hortensia, una mujer de avanzada edad, un poco más joven que él, que al igual que su nieto le hará comprender el autentico significado de la vida.

En conclusión, el libro me ha parecido un muy buen libro, engancha a seguir leyendo. Un libro que demuestra que hasta el hombre más duro tiene algo de sentimiento dentro. Aunque al protagonista le lleguen, como él los llama, “sus dos amores” (su nieto y Hortensia) un poco tarde, aprovechará sus últimos meses junto a ellos de una manera increíble, viviendo al máximo cada momento, cada segundo, viviendo el presente, sin pensar el futuro.