La Sombra del Viento

A la hora de elegir el segundo libro de lectura, decidí darle otra oportunidad a La Sombra del Viento del escritor Carlos Ruiz Zafón (1964). Unos dos o tres años atrás traté de leer esta novela, casi completamente obligado por mi madre, quién me la recomendó efusivamente, pero pronto me vi desanimado, debido sobre todo a su gran extensión, en torno a las seiscientas páginas.

Nada más retomar la lectura de esta obra me volvió a invadir la misma sensación de pesadez y fatiga, pero esta vez, empujado por la fecha límite de entrega del comentario del libro elegido, la devoré en pocos días.

En lector siente, en un principio, el ya nombrado cansancio, sensación que se borra completamente, sin embargo, nada más sobrepasar la primera centena de páginas, ya que La Sombra del Viento es, pese a estas primeras y contradictorias impresiones, un libro de gran atractivo y que puede presumir de tener la capacidad de enganchar al lector de manera casi magnética.

Esta, la primera novela para adultos de Zafón, nos presenta los vaivenes de un joven barcelonés, Daniel Sempere, que ve su vida profundamente alterada por la aparición de un curioso libro: “La Sombra del Viento”. Pronto descubre que esta obra, desconocida para la gran parte del mundo, se encuentra rodeada por un aura de extrañezas, secretos y misterios. El joven, entusiasmado por la lectura de la obra y extrañado por que esta sea desconocida pese a su gran perfección literaria, decide ahondar más en la vida de su autor, Julián Carax, originario también, de la ciudad condal. Cuanto más consigue el joven Daniel adentrarse en las penumbras de la vida del autor, más se da cuenta de que esta guarda grandes similitudes con la vida de otra persona, la suya misma. Las experiencias del muchacho se ven marcadas por las acciones llevadas a cabo por un gran repertorio de personajes que aparecen a lo largo de toda la novela, como su padre, su amigo Tomás, Fermín Romero, el inspector Fumero, el propio Julián Carax… etc. Sin embargo, no son los personajes anteriormente mencionados los que con mayor fuerza imprimen su huella en la personalidad del personaje, sino tres bellas mujeres que cautivarán su corazón para siempre: Clara Barceló, Beatriz Aguilar y Nuria Monfort.

La trama se presenta en un principio con tonos infantiles y fantasiosos, ambiente para el cual las imágenes, tanto de la pluma supuestamente perteneciente al literato francés Víctor Hugo y con más fuerza aún, la del catedralicio “Cementerio de los Libros Olvidados”, juegan un papel de marcada importancia, pero posteriormente la novela adquiere tonos de mayor gravedad al retratar con total exactitud las penurias de la Barcelona y España de la época, las dos primeras décadas de la posguerra española. Esta transición, pese a ser en sí misma irrevocable y evidente, es paulatina, lo que hace que se vea difuminada por el trasfondo emocional de la obra. De esta manera, acontecimientos de gran crudeza como las periódicas palizas y abusos por parte de las autoridades se trasforman y moderan hasta formar parte del juego “de niños” por el cual el personaje principal se ve envuelto involuntariamente.
Daniel Sempere prosigue intentando resolver el enigma de Julián Caras, mientras que, sin él darse cuenta, el nexo entre la vida de ambos se hace cada vez más estrecho. Finalmente, y tras una gran tensión acumulada, la novela se resuelve en las últimas cien páginas, en las cuales todas las incógnitas encuentran respuesta.

El desenlace es uno de esos que cortan la respiración. El protagonista se ve envuelto en una violenta lucha entre Julián Carax y su archienemigo, el inspector Fumero, durante la cual recibe un balazo. La narración en las siguientes páginas hace creer lo peor, sin embargo, Ruiz Zafón queriendo dejar buen sabor de boca al lector y abriendo la puerta a la secuela de esta misma novela, “El Juego del Ángel”, no solo no deja morir a Daniel, sino que además permite que este cumpla el sueño de casarse con Beatriz Aguilar, con quién tendrá un hijo y mantendrá la profesión de librero de su padre.

En lo que al plano estilístico y formal se refiere, “La Sombra del Viento”es una obra de gran perfección literaria, en la que metáforas y comparaciones forman parte de la cotidianidad. En cambio, el recurso estilístico utilizado con mayor destreza es la ironía, que hace acto de presencia por boca de los personajes, y que en muchos casos aparece tintada con tonos peyorativos, adquiriendo así, intención sarcástica y satírica, tratando siempre de ridiculizar la actitud, pensamiento y sociedad del momento
Otro de los rasgos formales más característicos de esta obra quizá sean también las extensas digresiones de las que hace uso el autor, con las que consigue ligar de manera magistral sucesos separados por un lapso temporal de más de 20 años.

En conclusión, “La Sombra del Viento”, de Carlos Ruiz Zafón, es una novela atractiva para todos aquellos que deseen sumergirse en un mundo de sombras en el que nada es lo que parece y que seguro los enganchará fácilmente.

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