El problema de los problemas



El otro día, mientras veía la televisión me sorprendió ver a un grupo, esos que se hacen llamar “periodistas del corazón”, discutir entre ellos por alguna trifulca acontecida en los días anteriores al programa. Era todo un espectáculo; se gritaban entre ellos, sin ningún tipo de respeto, ni orden, mientras hacían aspavientos con las manos y gesticulaban con gestos de desaprobación. Me pareció increíble la facilidad con la que se desacreditaban unos otros, tachándoles de mentirosos, a las primeras de cambio, sobreponiendo su opinión por encima de la del resto. Es verdad que todo esto, no es más que un simple circo inventado para ganar audiencia, ya que parece que lo que realmente tiene éxito hoy en día es ver a gente discutir de temas personales ajenos o (véase el programa matutino de telecinco “Hombres, mujeres y viceversa”) de los propios.

Pero, ciertamente, no son las discusiones entre periodistas lo que realmente me preocupa, sino esa tendencia que se esta creando en la sociedad, de pensar que nuestra opinión o creencia es la acertada siempre, sin respetar ni tener en cuenta la opinión de los demás, olvidando que el mejor modo de aprender es equivocándose.

-Evadiendo el tema de la política, (el cual es propicio para ejemplificar, pero, a la vez, es polémico), podemos encontrar numerosos ejemplos de esta patología, que transforma a las personas en viles monstruos de la imposición. Sin ir más lejos, en cualquier revista semanal que cojamos y miremos algún que otro articulo de opinión, solamente hay que echarle un vistazo por encima para comprobar que tiene esa odiosa tendencia de desacreditar algo. El criticar, ha sido una característica propia del ser humano desde tiempos ancestrales, pero de ahí a utilizar la crítica para atraer y divertir a las personas siendo, encima, soberbios, hay un buen trozo.

-Esta irrespetuosidad, sumada a la arrogancia de las nuevas (y no tan nuevas) generaciones, hace de la sociedad una sociedad vulnerable, ya que, dedicarse a criticar en vez de a solucionar y a proponer, no es la opción que más ayude a construir una sociedad mejor, no libre de crítica, la cual ayuda a solucionar y a mejorar, sino libre de las críticas. Parece que, encima, esto, no es una moda pasajera, ya que a la gente hoy en día le gusta eso de criticar mientras están tumbados en el sofá y toman el aperitivo de mediodía.

-El hecho de que en el día a día se viva esta situación (en la tele, en el trabajo) hace, además, que dicha actitud se expanda a una velocidad vertiginosa. Cuando alguien nos desacredita en algo, diciendo ser todo un experto en la materia, nuestra actitud consecuente es hacer exactamente lo mismo con el resto de la gente. Cuando en el trabajo, el jefe cree que tiene la razón porque simplemente es el “máximo” mandatario, tendemos a hacer lo mismo con el que está más abajo que nosotros, solo porque está más abajo.

En conclusión, me parece que esta nueva actitud que se está expandiendo, no puede se otra cosa más que una lacra para la sociedad. Esa tendencia a criticar pensamientos ajenos, sin pararse a pensar en los nuestros propios, es lo que nos hace débiles. Cuando no estas a favor de algo, quizás la solución no sea atacarlo, sino defender tu opinión mediante argumentos que la respalden. No os estoy pidiendo que seáis unos/as personas sin moral, incapaces de decidir, pero por favor dedicarnos a defender lo nuestro resulta ser, muchas veces, la mejor de la opciones.

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