TORTURA TAURINA







Las corridas taurinas son tradición en muchos lugares de nuestra península y fuera de ella, en lugares como Perú y México. Esta tradición que nos viene desde mediados del siglo XVI ha ido perdiendo el respeto hacia los toros.
A medida ha ido avanzando la historia el numero de corridas han aumentado y como resultado paralelo las matanzas también. Y es que durante los siglos XVI, XVII y XVIII la forma en la que el torero se enfrentaba al toro era más justa e igualada ya que el toro no era sometido a ningún tipo de preparación antes de salir al ruedo. Pero a medida que aumentaba el interés y el gozo ante la muerte y el sufrimiento del animal en el ruedo empezaron a olvidarse los valores del toro para ofrecer al público un mayor espectáculo. Para conseguir esto, el toro antes de salir al ruedo es sometido a las siguientes injusticias: 24 horas antes de entrar en el ruedo, el toro es sometido a un encierro a oscuras para que al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo asusten y trate de huir saltando las barreras, lo que produce en el público la imagen de que el toro es feroz, pero es que la condición natural del toro es huir del ruido, no atacar; solo huir.
Al toro le recortan los cuernos para proteger al torero. Le cuelgan sacos de arena en el cuello durante horas. Lo golpean en los testículos y los riñones, le provocan diarrea poniéndole sulfatos en el agua que bebe para que llegue débil y desorientado al ruedo. Le untan grasa en los ojos para dificultar su visión y en las patas una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto para no deslucir la actuación del torero. Y es que de esta forma resulta muy sencillo salir al ruedo y enfrentarse al toro.


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