EL TEMA ES COMPLICAR


Todos sabemos que la mayoría de las cosas que aparecen en la televisión, no son del todo ciertas. Y digo “del todo” porque sí que hay detergentes que disimulan la mancha, pero no la hacen desaparecer; al igual que hay hombres y mujeres que son atractivos, pero no perfectos, y mucho menos ejemplos a seguir.

Estamos más que acostumbrados a ver en televisión a modelos sexys, guapos, maravillosos, etc. Lo más de lo más, que dijésemos. Pero, ¿realmente debería ser así? ¿Somos conscientes del efecto que puede causar en la gente?
Desgraciadamente, todavía hay personas que sólo pueden asociar un perfume con un individuo de aparencia espectacular, y, unos polvos para la gripe, con un sujeto que no cumple con los cánones de belleza. Así son las cosas.

Una de las más preocupantes consecuencias que trae el utilizar el molde del cuerpo 10 a nuestro libre albedrío son los trastornos alimenticios, que puede que nos parezcan una tontería y de fácil solución, pero hay gente que puede llegar a límites inimaginables para poder parecerse a esas chicas de talla 36 (o menor) que desfilan en las pasarelas de Nueva York.

Pero, de todos modos, ¿quién ha asignado el título de perfección a un hombre musculoso? ¿Por qué llamamos “perfecto” a un tipo de persona en concreto?

No hace falta que nos remontemos a los años 70 ni 80, ya que éste fenómemo comenzó hace poco, pero se ha extendido de una manera sobrenatural, y transmitiendo que, si no cumples con las tallas mínimas establecidas por ellos, no eres lo suficiente bueno.
Cada vez me siento más ofuscada por lo que nos quieren hacer pensar, pero ¿quiénes son “ellos” para no valorar los cuerpos diferentes? Ellos son los poderosos, los que controlan el mundo, los que nos hacen llegar todo tipo de noticias a través de televisiones, radios, periódicos, magazines… “plus” un largo etcétera.

Muchas veces no somos conscientes de que nosotros mismos provocamos que sea deseado un prototipo de persona. Y, lo creamos o no, también tiene efecto en el machismo. Al decir “a ver si me quito de aquí”, “estoy gorda”, “yo quiero ser como ella”, no estamos más que enriqueciendo el machismo y la propaganda superficial. Incluso la gente (desde muy temprana edad) llega a ver a mujeres y hombres entraditos en carnes como vergüenza para la sociedad. Vergüenza la que dan ellos.

Además, no es más que otra artimaña para dejar como primordial al físico y darle un segundo (o tercer) plano, bien lejos, en un rincón, a la personalidad, que es, al fín y al cabo, lo que interesa. Pensamos que una cara bonita es ya la cima, pero para llegar a la cima es imprescindible la ayuda del “ser” de la persona.

Está claro que para mañana no habremos cambiado de opinión, pero creo que lo más importante es que valoremos nuestra personalidad tanto como nuestro cuerpo, y que éste, lo dejemos como nos sintamos más a gusto, sin tener la necesidad de parecernos a nadie. Porque, cada persona es un mundo. Entonces, ¿por qué la gran ansia de querer que todas las personas sean iguales, cuando cabe la posibilidad de que haya 6.000 millones de tipos diferentes? El tema es complicar.

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