La mala educación


Me gusta bastante viajar en metro, es un transporte público que lleva más de diez años en funcionamiento por Bilbao y alrededores. Mucha gente lo utiliza a diario puesto que es rápido, puntual, cómodo y limpio. En invierno hace calor dentro, y en verano, por el contrario, fresquito. Suelo observar a la gente que entra y sale, que es de todo tipo y no poca, y me fijo en su actitud y comportamiento, ¿podrían estar todos ellos orgullosos del suyo?

Muchas veces se nos atribuye a los jóvenes cierta fama de maleducados, de poco respetuosos con los demás y de no ser corteses. Las personas mayores dicen que no tenemos valores y que les hemos perdido el respeto. Como ejemplo cotidiano podemos poner el ya mencionado metro. Las personas de cierta edad, sobre todo las señoras, se quejan amargamente de que los jóvenes no les cedemos el asiento y que esa costumbre se está perdiendo ya que rara vez ocurre este hecho. Y tienen razón, la mayoría de las veces vamos a nuestro rollo, con los cascos puestos, ensimismados en la canción que está sonando y no nos damos cuenta de que ha entrado una persona mayor o una embarazada que necesita el asiento más que nosotros. o simplemente miramos a otro lado para seguir cómodamente en nuestro asiento.


Hay algunos jóvenes que piensan que no tienen que ceder sitio a una persona entrada años si no es un caso extremo. Hay veces que salen de casa a las siete de la mañana para ir a la universidad o al trabajo y pasan ahí todo el día sin poder sentarse hasta llegar al metro y cuando por fin consiguen un asiento, ¿por qué lo van a ceder a una persona de 60 o 65 años que aparentemente está bien y que seguramente estará menos cansada que ellos?


Pero no solo tienen comportamientos poco cívicos los jóvenes, cuando el metro para en una estación las reglas de urbanidad dicen que hay que dejar salir antes de entrar. Desafortunadamente no es así como piensa mucha gente de la tercera edad, en cuanto se abren la puertas los primeros que quieren entrar sin dejar salir son ellos mismos ya que quieren entrar al vagón igual que un miura en una plaza de toros, arrollando a todo el que se le ponga por delante para poder conseguir un asiento.

La buena educación no es cuestión de generaciones, no pertenece a los mayores por ser mayores, ni a los jóvenes, solo pertenece a quien la practica, tenga la edad que tenga.

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