Algunos placeres de la vida




A veces nos olvidamos de los grandes placeres que la vida nos ofrece y seguimos pensando que el dinero y el éxito son los únicos valores que nos pueden acercar a la felicidad.
Y sin embrago, estamos hartos de ver a personas extremadamente famosas o extremadamente ricas que gastan tiempo y dinero en psiquiatras y en otros necesidades, para calmar su angustia que a pesar de sus cuentas bancarias y de los aplausos de las multitudes no están llenos de vida y cariño. ¿Quién no recuerda famosos que han acabado su vida en una solitaria habitación de hotel mientras el mundo entero aplaudía de entusiasmo por su persona y por su actuación? Pero incluso en casos no tan extremos no nos entraña ver lo felices que son los ricos y famosos.
Y es que, la felicidad no tiene nada que ver con el tener, sino que está relacionado con los sentimientos, las emociones, las frustraciones o el carácter de uno mismo.
Tenemos a nuestro alcance pequeños placeres que llenan de entusiasmo y emoción nuestras horas, como actos culturales o deportivos, relaciones familiares o amorosas, actividades relacionadas con el compromiso, la creación o la profesión. Entre todos ellos, la lectura ocupa un lugar importante y no solo por el interés y la satisfacción que nos provoca el contenido de la historia o el conocimiento que adquirimos con ella, sino también porque se pone en marcha nuestras facultades mentales- la memoria, la imaginación, la fantasía- y otras que pertenecen al ámbito de los sentimientos – el miedo, la emoción, el entusiasmo, el interés- con las que elaboramos un mundo de ficción tan real, como el mundo real, en que se basa la creación que nos ha ofrecido el autor. Es decir, que la lectura nos convierte en creadores de nuestra propia historia o de la que estamos leyendo y eso nos hace sentirnos muy satisfechos.
Y por si fuera poco, esas facultades se desarrollan y fortalecen con el ejercicio del mismo modo que el ejercicio físico que desarrolla y fortalece nuestros músculos, haciéndonos más aptos para movimientos del intelecto y para nuestros placeres más intensos aun.
¿Hay algo más satisfactorio, más creativo, más placentero? Si, siempre hay algo más.

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