El árbol de la ciencia



“El árbol de la ciencia” es un libro que hemos trabajado en clase, que hemos leído todos e incluso hemos hecho exámenes. Pero en ningún momento hemos tenido oportunidad de criticar el libro, de dar nuestra opinión.



Pío Baroja, el escritor de la novela, fue un autor característico en su época y formo parte de la generación del 98. En la novela, se aprecian rasgos de dicha generación, como la preocupación por el problema de España y el afán reformista, junto con el anhelo de apertura hacia Europa y la abundancia de descripciones.



Aunque en las descripciones utiliza una técnica impresionista, en ocasiones, son demasiadas y el ritmo de lectura se ralentiza. Además, la concepción de la novela para Baroja es libre, es decir, que no sigue un único argumento. Por eso, aparecen personajes de los que habla y describe y después no vuelven a aparecer más. En este sentido, también resulta algo aburrida la novela, ya que no me interesa leer algo de lo que después no vaya a tener ningún sentido.



Por otro lado, es muy interesante el sentido existencial y filosófico de la novela. Esta desarrolla la vida de Andrés Hurtado, comienza con sus estudios de medicina en Madrid, y acaba con su suicidio después de la muerte de su mujer y su hijo. Mientras, el protagonista se plantea conflictos filosóficos, como la ataraxia y la acción social.


Andrés es un hombre muy pesimista, claramente en los tiempos en que vivía y su entorno familiar no le ayudaron a cambiar este punto de vista, pero pensaba demasiado en el sentido de la vida. Si todos nos pusiéramos a reflexionar sobre la vida, el mundo no avanzaría, es decir, estaríamos tan preocupados por la propia existencia en vez de simplemente vivirla. El tío Iturrioz, plantea algunas ideas darwinistas como la que dice que el mundo humano es animal y ambos comparten las mismas leyes: nacer, crecer, reproducirse y morir. Claramente, no es un argumento de peso comparar la inteligencia humana con la animal, pero en el sentido existencial, ese es nuestro cometido. Cada uno se lo tomara como quiera, algunos (como Hurtado) no pueden asimilarlo y deciden buscar otras explicaciones de la vida, que al final no llevan a nada y, otros, prefieren aceptarlo y continuar viviendo. Hurtado, era un inadaptado social y su excesiva consciencia le impedía disfrutar de la vida.

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