¿Hablando se entiende la gente?


Entre otras, una capacidad distintiva del ser humano frente al resto de los seres vivientes, una facultad extremadamente desarrollada que bien puede ser considerada uno de los grandes pilares de nuestra sociedad. Gracias a la cual los sentimientos, sensaciones, ideas y conocimientos que fundamentan nuestra existencia pueden ser compartidos.

El lenguaje. Disponemos de distintas maneras de utilizar el lenguaje, como son la forma escrita, oral y corporal de dicho sistema. El conjunto de ellas nos capacitan la comunicación que hace posible establecer relaciones entre los individuos. La dificultad de hacer buen uso de uno de ellos no nos impide transmitir aquello que queremos, dado que siempre podemos recurrir a otra de las formas del lenguaje para conseguir una comunicación completa.
Tampoco en las situaciones en las que tenemos la obligación de hacer uso prioritario del lenguaje oral hay que descartar la posibilidad de apoyarnos en el lenguaje corporal, ya que eso reforzaría favorablemente nuestros recursos expresivos. Mucha gente no considera esto último como un apoyo, o simplemente no es capaz de darse cuenta del valor enriquecedor que aportaría.
Teniendo en cuenta esta teoría a mí misma se me ocurre que se podría versionar la expresión “una imagen vale más que mil palabras”, para convertirla en “un gesto vale más que mil palabras”, acomodándola así a mi punto de vista.

Pero también conozco otro dicho que mi experiencia me ha llevado a comprobar que no siempre es cierto: “hablando la gente se entiende”.
Lo que me ha llevado a este cuestionamiento es que en ocasiones las propias palabras nos pueden llevar a confusión o malentendido. El problema puede ser causado tanto por el emisor como por el receptor. Haciendo referencia al primer caso, no siempre somos capaces de encontrar en el lenguaje oral la palabra o expresión correspondiente al sentimiento que queremos transmitir. Y en el caso del receptor, puede ser él el que llegue a deformar aquello que se le ha dicho. Ambas situaciones podrían ser el origen de una mala interpretación.

De todas maneras, este dualismo del lenguaje, contiene más peso en su lado positivo de la balanza, puesto que esos aspectos negativos mencionados pueden llegar a ser solventados con nuevos intentos más acertados de comunicación, siempre que haya intención de ello.

También me resulta interesante mencionar la paradoja que ha significado para mi que el lenguaje sea un concepto que para su propia definición haga uso de su misma esencia: para definir el lenguaje utilizamos el propio lenguaje.

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