Soy más que una nota

En 1999 ministros de educación de diversos países de Europa tomaron una decisión: renovar la educación universitaria con un nuevo plan de estudios, el plan Bolonia. El principal objetivo es que la evaluación del estudiante se determine por el trabajo que desarrolle durante todo el curso, es decir, que sea continua, y que no dependa de unos pocos exámenes.

El plan Bolonia no deja de ser otro sistema educativo más. Otro método basado en las calificaciones, clasifica a los estudiantes por sus respectivas notas. Se nos exige el más alto grado de perfección. Por un lado, competitivos, ambiciosos, luchadores, activos, por otro, trabajadores, tolerantes, empáticos…

Soy estudiante de segundo de bachiller, preocupada, cómo no, por la dichosa media. Desde primaria los profesores nos “aconsejaban” de cara a los siguientes años. Sin embargo, a mí me aterrorizaba; la dificultad se duplicaba, nueva forma de trabajo, nuevos profesores… se alejaba del ambiente familiar del colegio. En general, todo complicaciones. Hasta llegar a la presión de un año antes de la universidad; la nota de corte, selectividad, el no ser aceptada en la facultad que quieras. Todo estudiante preocupado por su futuro teme las notas.

Nos llevan calificando desde pequeños. A pesar de que cada vez se le está dando más importancia, también se deberían tener en cuenta las diferentes aptitudes de cada estudiante, sus habilidades matemáticas, deportivas, su fluidez oral o escrita… pero la educación nos transmite que lo que de verdad te clasifica como estudiante es la nota. Si tienes un 3, olvídate, no sirves para nada, sin embargo un 8 te sitúa en una buena posición. Merece la pena volcarse en ti como estudiante. La enseñanza gira en torno a las notas. Eso que significa tanto que puede llegar a determinar tu futuro.

Llega el fin del tercer trimestre y siento pánico. La presión por no poder entrar en la carrera que quiero hace que no me concentre. El estrés hace que esté más y más nerviosa y que me bloquee. Debería estar centrada en los estudios, seguir progresando y aprender más sobre lo que me interesa de cara a la carrera universitaria. Pero no puedo pensar nada más que en la maldita nota.

Mi futuro esta limitado por ella. ¿Qué va a pasar si no voy a poder dedicar el resto de mi vida a lo que de verdad quiero? ¿Qué nota medirá mi capacidad de esfuerzo o de sacrificio? Hay veces que pienso que no me gustaría que todos estos años, desde E. Infantil, se puedan resumir en un número. Dicen que Educación es aquello que, cuando olvidas los contenidos que te transmitieron, queda. Me quedo con eso.

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