Como leí hace un par de semanas en El País Semanal, ha habido más de un caso en el que un preso que estaba apunto de ir al corredor de la muerte se ha conseguido salvar y ha sido liberado con ayuda de nuevas pruebas en su caso correspondiente. Y después de haber librado a estas personas de las manos de la muerte se piensan que no tienen nada más que hacer por ellos, cuando se les han quitado años de ver crecer a sus hijos, de estar con sus seres queridos, de disfrutar del aire libre, años de libertad. Se tienen que conformar con una palmadita en la espalda y un "que te vaya bien". Y no solo eso, sino que muchas veces los presos, tanto los que son liberados como los que no, sufren de falta de higiene y sanidad, y cuando salen de la cárcel no pueden mantener una vida normal porque no se les ha concedido ayuda médica.
La pena de muerte puede decretarse por muchos motivos, así como el espionaje, el asesinato, la traición o el tráfico de personas. Pensándolo bien, ¿por que un asesino debería seguir viviendo si fue decisión suya el matar a otra persona? ¿Por que no debería recibir el mismo castigo que el ha impuesto a un inocente? En mi opinión la respuesta es bien sencilla. Porque debería tener la oportunidad de enmendar sus errores, de rectificar, de darse cuenta de lo que ha hecho, por lo menos de seguir con vida, aunque sea dentro de la cárcel. Esta claro que si es declarado culpable de asesinato, tendría que pasar el resto de su vida como preso en la cárcel, debería ser condenado a cadena perpetua, pero no debería ejecutarse la pena capital.
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