Mi madre es una cotilla


Son las cuatro de la mañana. LLego a casa. Intento no hacer ruido al abrir la puerta. No enciendo ninguna luz. ¡Mierda! Me tropiezo con el mueble de la entrada... Mi madre se va a despertar. "Hola, cariño, ¿qué hora es? ¿De dónde vienes? ¿Qué tal...?", el tercer grado ha comenzado. "Ama, son las cuatro de la mañana. No me apetece hablar. He estado por ahí y me voy a la cama...
¡Qué mania de querer saberlo todo! Con quién voy, dónde, qué tal me lo paso; si X tiene pareja, etc... ¿Le pregunto yo algo, acaso? ¿Le interrogo sobre su trabajo, sus amigos, dónde anda, etc.? Pues no.
Lo peor no es el interrogatorio. La batería de preguntas, una tras de otra... (Aunque, ¡pobre de ti si contestas una! Le das pie a que siga preguntando y es difícil saber cómo y cándo pararla sin que se enfade o sospeche que le estás mintiendo, aunque lo que tú quieres es quitártela de encima y que deje de urgar en tus cosas). Lo peor es ese tono de buen rollito, de querer ser tu amiga y demostrar que te está haciendo un favor, que te está demostrando que es una madre preocupada, interesada por tus cosas, pero sin más, y que si le contestas se reforzará la relación entre ambos... Ja.
En realidad le encanta que le cuentes cosas, saber de ti, y, sobre todo, demostrar a todo el mundo que ella tiene una muy buena relación contido y fardar de ello delante de sus amigas. Pero lo peor es que para demostrarlo les cuenta cosas que no quieres que haga públicas, que tú le has contado en esos momentos de confianza en que has bajacosas do la guardia...
Eso es lo que peor llevo, que mi madre cuente de mí que a nadie le interesan a mi amama, a mi aita (bueno, esto lo puedo perdonar) o a sus amigas, que muchas veces son las madres de mis amigas... y, claro, éstas se enfadan conmigo por irme de la lengua cuando de esta manera todas se informan de lo que hicimos el fin de semana, y ¿quién les explica entonces lo difícil que es aguantar el tercer grado de mi madre? O, peor aún ¿dónde me escondo cuando les cuenta cosas tan vergonzosas como qué pijama uso para dormir o que sigo con la misma manía desde la infancia de ponerme los calcetines al reves? Algo de lo que nadie se hubiera dado cuenta si mi madre -esa cotilla- no lo contara en sus reuniones de café. Porque si malo es que mi madre quiera enterarse de todo, peor es que no sepa callarse lo que le cuento (por eso es mejor que no le diga nada).
De todas maneras, a veces soy yo quien quiero contarle algo a mi madre -en ocasiones, también a mi padre-, pero entonces siempre la pillo haciendo cosas más importantes: preparando la cena, trabajando en el ordenador, hablando por teléfono... En esos momentos no escucha, ni hace caso y como mucho te dice "después hablamos", pero ese después puede ser demasiado tarde, cuando yo ya no tengo ganas de hablar... Así que tengo que aprender a eludir sus preguntas, su cuestionario de detective sagaz.
Podía ser peor, porque sé que hay madres que espían el correo electrónido de sus hijos, examinan sus SMS y agenda de teléfono y olfatean la habitación en busca de restos de tabaco, drogas y/o alcohol, como si fuéramos tan tontos de dejarlos a su alcance. Son madres desconfiadas, que se creen todo llo que dicen los medios de comunicación y que nos vamos a convertir en "ni-nis" si ellas no lo evitan.
En fin, que mi madre es una cotilla, una periodista aficionada o una detective sin caso, pero en el fondo sé que su interés es sincero. Sólo le pido una cosa: que cuando le cuento algo no se lo diga a las demás cotillas, perdón, madres, como si de la última exclusiva se tratara.

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