FALSAS ESPERANZAS

El jueves pasado, hacia las 4 de la tarde, me encontraba en el salón de mi casa tratando de digerir - porque eso si que fue una digestión pesada -, el arroz y los canelones de la comida. Enchufé la caja tonta y no encontré más que basura, exceptuando, eso sí, el atemporal Saber y Ganar de Jordi Hurtado. Un poquito cabreado y avergonzado por semejante concentración de basura, moví la tele para enchufar la Play Sation (sé que muchos me tacharán de inmaduro), y en un momento de imprudencia apoyé el aparato en el borde de la mesa y cayó al suelo. Nadie hubiera dicho que aquello había sido antes una tele. Aún así, hicimos venir a un técnico. Estaba claro que aquello no tenía solución, pero ingenuo como soy, hubo un instante en que la expresión del tipo me dio a entender que todavía quedaban esperanzas. Pero no, fueron falsas esperanzas.

Algo similar parece que intenta conseguir nuestro tan amado líder Zapatero. Ante la durísima crisis económica que se está sufriendo a nivel mundial, al presidente Zapatero no se le ocurre otra cosa mejor que poner en marcha iniciativas como el plan E (sobre la E, una eñe, que está ahora muy de moda). Muchos dirán, y teniendo un poco de razón además, que este tipo de planes no solo disminuyen la tasa de paro, si no que también fomentan la economía y la construcción de las tan necesarias infraestructuras. Pero esta clase de planes tienen, como todo, sus pros y sus contras, y en este caso, los contras superan con creces a los pros.

Es decir, aparentemente el plan E es una obra maestra que al mismo tiempo que mejora las infraestructuras también da empleo a obreros que de no ser así, estarían engordando las ya largas colas del INEM, pero en realidad esta “gran idea” no hace más que acrecentar el déficit. Es como si a uno se le hiciera un agujero en la pared y para taparlo arrancara un trozo de la pared contigua. Absurdo. Además, todos los obreros empleados en estas obras públicas acabarán más pronto que tarde en el paro, por lo que el plan E es también una cortina tras la cual se esconde un paro encubierto.
Con estas iniciativas el gobierno calma a la enfurecida plebe y le hace creer que el estado de bienestar se puede mantener. Otra mentira.

Hace bien pocos días hemos podido presenciar uno de los “mayores recortes de libertad en años” – parafraseando las palabras de algún dirigente sindicalista, que a pesar de ser supuestamente afín a las ideas revolucionarias de Marx, no se atreve a plantarle a cara al gobierno - , el retraso de la edad legal de jubilación. ¿Pero esto que es? (Ya me gustaría a mi verle al Zapatero en la política con 67 añitos.) Justifican esta decisión diciendo que el estado no tiene suficientes fondos para mantener a los futuros pensionistas, porque dentro de poco habrá más jubiletas que currantes y la situciación serán insostenible. Entonces, yo me pregunto ¿Por qué deciden repartir un ordenador portátil a cada estudiante de primaria? Ya sé porque. Se llama demagogia. Nos hacen creer que estamos progresando, que cada vez vivimos mejor, pero en realidad lo que hacen es hacer más profundo el hoyo en el que nos han metido.

Por ello, día a día, se aprovechan de la naturaleza ingenua del ser humano y se lavan la boca con esas patrañas que en el fondo no son más que eso, falsas esperanzas.

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