Así la denominaban en una revista, y así es como se la debería de conocer, ya que por lo menos, haría honor a su título, y para qué engañarnos, le iría como anillo al dedo.
A los republicanos no nos sienta nada bien que haya monarquía, y mucho menos que, encima, la formen una familia de 20 miembros. Vamos, como una patada en el trasero nos sienta tener que pagarles a sus majestades & Co su comida, sus ropas, sus vacaciones anuales en Mallorca (que no son las únicas) y sus caprichitos como yates de última generation, por poner un ejemplo.
Pero todo esto no importa, ya que España está encantadísima con tener que pagar impuestos cada mes para hacerles la vida mucho más rica y fácil a personas que, pobres, tienen el inmenso trabajo de inaugurar un museo o conceder un premio y después “cepillarse” un menú de primera categoría.
Pero todo esto no importa, ya que España está encantadísima con tener que pagar impuestos cada mes para hacerles la vida mucho más rica y fácil a personas que, pobres, tienen el inmenso trabajo de inaugurar un museo o conceder un premio y después “cepillarse” un menú de primera categoría.
Puedo entender, que la causa de que este país se base en la monarquía sea por temas históricos (y políticos), pero lo que no me acaba de encajar es que sea motivo de orgullo para el pueblo español, ya que la Familia Real utiliza los títulos de los que es poseedora cómo y cuándo le apetece. Me refiero a la tan amada y respetada Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia, Duquesa de Lugo. ¡Cuánto la envidio! Sería un lujo vivir en un palacio y no tener que limpiarlo; comer todo tipo de alimentos, pagarlos, y descubrir que todavía tienes dinero para recorrer el mundo mil o más veces; viajar y que te ocurra lo mismo; y, por supuesto, aprovechar que la sociedad moderna en la que está derivando España, me permita divociarme del hombre que teóricamente tendría que ser mi compañero toda la vida, no tener miedo de dar a conocer mis otros affaires con hombres siempre montados en el dólar y despertarme a la mañana siguiente y saber que no se me ha desterrado y, además, que mi cuenta corriente sigue estando intacta. Pero aquí no acaba la cosa. Esta mujer cuando pisa, pisa fuerte, y es que no le ha bastado con romperle el corazón a Jaime de Marichalar, padre de sus hijos, sino que el varón ha tenido que pagarle a la señora la cantidad de 50.000 € euros (ya no tan reales) por la nulidad matrimonial. Un poco surrealista, ¿verdad? Será que por la crisis los Borbones andan escasos de caviar iraní.
Ya lo decía Baroja, que España era diferente, que resaltaba por la falta de lógica, y, por desgracia, parece que eso no ha cambiado. Mientras que cinco personajes vivan como Reyes, nunca mejor dicho, y los plebeyos aplaudamos sus tradiciones (aunque algunas varíen), España seguirá siendo feliz.
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