Juguetes para padres (y, a veces, para madres)


No ha pasado ni un mes y el Scalextrix que Olentzero trajo a Eñaut está en el trastero. Tras la vuelta a clase, se había convertido en un estorbo en medio del salón y a la ilusión del primer momento se ha esfumado; aita ya no tiene tiempo para jugar y a ama no le ha interesado mucho... la verdad es que a Eñaut, que tiene cinco años, tampoco.
Nervioso no durmió la noche del 24 al 25 de diciembre y gritó de emoción al ver la gran cantidad de regalos que le había dejado el carbonero. Aita y ama le miraban expectantes y se entusiasmaron cuando abrió el gran paquete que estaba junto al árbol. Era un enorme Scalextrix, seguramante el más moderno, con varios "loopings", su Ferrari y su Lancia rojos. Aita estaba encantado. ¡Vaya cosa! pensó Eñaut y se fue a jugar con los Gormittis mientras veía el último vídeo de Pirritx y Porrotx que le había dejado Olentzero en los zapatos.
A la hora de comer ya estaba montada la pista de coches, aunque las instrucciones eran más dirigidas a un ingeniero que a un simple padre/madre de familia. Pero al fin lo consiguió. Sin embargo aita se sintió un poco defraudado cuando vio que Eñaut no estaba tan entusiasmado con él y le dijo aquella frase que juró jamás diría a su hijo: "Si yo hubiera tenido uno a tu edad..."
Más o menos esta escena se repite en casi todas las casas donde pasa Olentzero, Papá Noel, Santa Claus o los mismísimos Reyes Magos. Los padres -y las madres- compran para sus hijos/hijas aquellos juguetes con los que soñaron ellos y ellas alguna vez, sin pensar que tal vez ni sea el momento (edad) de jugar con él ni responda a los gustos de sus hijos/hijas... Es como si tener un niño/niña en casa fuera la excusa perfecta para cumplir aquellos sueños que no pudieron...
Lo mismo ocurre con las clases de música que ellos/ellas no recibieron y que les hubiera convertido en un/a músico/a famoso/a; el equipo de natación en el que les hubiera gustado estar (pero nunca aprendieron a nadar); las visitas a aquellos lugares que hubieran querido visitar, etcétera. Es decir, a veces los/las hijos/as nos convertimos tan sólo en la vía de que nuestros padres/madres puedan realizarse.
De todas maneras, esto tiene también su parte buena: tal vez uno/a no tenga mucho interés en jugar con el tren eléctrico, construir la maqueta, montar una casa de muñecas, jugar al baloncesto o aprender a tocar el clarinete, pero, qué bonito es compartir eso con tu padre o tu madre y verles tan felices. ¡Son como niños!
Por cierto, cuando Eñaut tenga edad para jugar con el Scalextrix, éste no funcionará y se frustrará si no le compran el que entonces esté de moda -es muy caro, hijo, cómprate algo más últi- , así que le quedará clavadita la espinita..., así que probablemente le regale uno a su hijo o hija. Pero esa será otra historia.

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