Hoy en día todos los jóvenes estudiantes tenemos que ir siempre acompañados por un gran peso a nuestras espaldas: “ La mochila”. Y no me refiero a la de Pocholo, sino a la mochila que tenemos que llevar a cuestas llena de libros y cuadernos. ¿Cuál puede ser la solución a este “pesado” problema?
Muchos estudiantes tienen grandes problemas de espalda. En algunos de esos casos, puede que la culpa sea por pasar horas y horas mal sentados en unas sillas incómodas. Aún así, la mayor parte de los problemas cervicales procede del excesivo peso que tiene que soportar nuestra espalda. En ocasiones la mochila puede llegar a pesar más de doce kilos.
Las soluciones que en muchas ocasiones nos dan nuestras madres es : la mochila de ruedas. Y nuestra consiguiente respuesta es: “ Ni de coña”. Viéndolo desde un punto de vista saludable, sería la opción más razonable, pero viéndolo desde la perspectiva de un estudiante es humillante llegar al instituto o colegio con una mochilita de ruedas. Muchos estudiantes cuyos colegios les proporcionan un servicio de autobús, no tienen grandes problemas, pero los que no tenemos ese servicio, tenemos pocas opciones: cogemos el autobús de línea y nos gastamos un pastón en él, nos llevan nuestros padres en coche o cogemos el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando. Este último es el que más frecuentamos, desgraciadamente para nuestra espalda.
Aunque yo tampoco es que lo haga, yo creo que la mejor solución es no tener cuadernos, es decir, que en vez de tener un cuaderno para cada asignatura usásemos folios, y luego archivarlos todos en una carpeta para cada asignatura en casa. De éste modo, podríamos dejar los apuntes viejos en casa y sólo llevar los nuevos. En cuanto a una solución para los libros, podría ser, dividir los libros, a lo que quiero llegar, es que por ejemplo, de un mazacote de trece temas, hacer pequeños librillos de dos temas cada uno, de este modo se conseguiría reducir el peso pero no la materia, aunque seguramente subiría el precio de los libros, para “alegría” de nuestros bolsillos.
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