"El Perfume" (Patrick Süskind)


Marcado por su nacimiento entre desechos de pescado en el puesto que regentaba su madre en París, Jean-Baptiste Grenouille tendrá una única obsesión en su vida: crear el perfume más puro, la esencia perfecta.
Grenouille nace con un don, que a la vez será una maldición, tiene un olfato prodigioso, pero él no desprende ningún olor, lo cual hace que sea rechazado por la gente de su alrededor. Criado en un orfelinato, a los ocho años comienza un periplo que comienza en casa de un curtidor -donde se envilece aún más-, desde donde pasará a trabajar para un famoso perfumista, que le enseñará gran parte de los conocimientos sobre alquimia y mezcla de aromas que perfeccionará después para crear sus propios perfumes.
Pero sus perfumes, además de esencias de flores y hierbas, tendrán como ingrediente principal el aroma puro de bellas vírgenes, hasta 24 matará Jean-Baptiste a lo largo de su vida. La primera, a los quince años, es una chica pelirroja a la que estrangula para poder absorber su aroma mezclado de olor de ciruela.
Fuera de su París natal, irá perfeccionando su técnica a la vez que va descubriendo nuevos olores y recreando otros..., a la vez que descubre que él carece de olor, lo cual hace que sea imperceptible para la gente y poco amado.
Pasados los años, llegará a Grasse, donde un encuentro con una joven, Laura Richis, le recordará a la chica pelirroja de París y su fragancia. Mientras, en el taller de Madame Arnulfi aprende a crear aceites esenciales que le permiten robar el olor de las cosas, animales y personas. Así, un año después de su llegada a Grasse comienza a matar jóvenes vírgenes muy bellas para crear el perfume perfecto, cuya guinda será la fragancia emanada de Laura, a quien también asesinará.
Pero ha creado un perfume que hace que sea amado cuando se lo pone, incluso tanto para ser perdonado de sus crímenes, tanto como para ser devorado por amor...
Esta novela, publicada en alemán en 1985 y traducida a más de 40 idiomas, además de describir el ambiente sórdido en el que se mueve el protagonista, nos sumerge en un mundo cada vez más obsesivo, que nos lleva a marear en algunos momentos. Al igual que algunos perfumes, poco a poco el autor nos lleva por un mundo de fragancias, que comienzan como algo fresco, que se va haciendo cada vez más empalagoso y llega a convertirse en nauseabundo al final...
Dominados por el sentido de la vista y seducidos por el gusto, incluso atraídos por cantos de sirena mediante el oído, el olfato -al igual que el tacto- es uno de los sentidos más olvidados hoy en día. Es como si las cosas hubieran perdido su aroma, como si las personas sólo somos fragancias de If o El Corte Inglés y nos espantase el tufo de los animales...
Sin embargo, en invierno añoramos el olor de playa; en el insti, pensamos en el aroma de la tortilla de patata que nos espera humeante en casa; nuestro cuarto huele a tigre para nuestras madres y no hay mejor aroma que el de los amigos, incluso aunque apesten a sudor mezclado con Axe... Porque dicen los que saben de esto, que son los olores lo que nos apegan al mundo, hacen que la madre no rechace a su bebé, que incluso lo reconozca sin verlo. Porque -al fin y a la postre- somo animales, y como tales el olfato es nuestra forma de reconocer lo cercano, de sospechar de lo que "atufa" y, sobre todo, de ayudarnos a evocar mundos perdidos...
Todo eso encontramos en esta novela, que nos lleva por un mundo de sensaciones que podemos reconocer a veces, y podemos imaginar otras..., un mundo de fragancias que nos lleva de la mano hasta el asco, como los malos olores que de vez en cuando llegan a nuestra nariz para decirnos que el quinto de nuestros sentidos no por ser el menos conocido no es el más apreciado (sólo tenemos que cerrar los ojos y evocar para darnos cuenta de que, en el fondo, todos tenemos un Jean-Baptiste que va buscando el aroma perfecto, el que nos traslada a un momento de añorada felicidad).

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