Coito, ergo sumo

Hace un par de días, ojeando un conocido periódico nacional en busca de noticias sobre la tragedia de Haití, descubrí desilusionado como la información se reducía a dos caras en las que apenas había algo interesante. Continué hojeando el periódico y pasé casualmente (en serio, fue casualidad) por las páginas de ocio y relax, y vaya con lo que me encuentro: cuatro caras de relax, y eso que el tamaño de letra es menor que el de las noticias. Un rotativo de ámbito estatal da prioridad a las trabajadoras del sexo por encima de toda una catástrofe apocalíptica.
Y es que la sociedad de hoy en día ha llevado a eso. Todo el mundo piensa en copular, follar, fornicar y demás sinónimos más o menos malsonantes, excepto algunas minorías como los románticos, que prefieren hacer el amor, y los científicos, que prefieren reproducirse. Nuestra sociedad, poco amiga del término medio en todas sus acepciones, ha pasado de estar reprimida bajo el cinturón de castidad eclesiástico a calzarse tangas al más puro estilo del carnaval do Brasil. Si bien hace cuatro días era impensable hacer el amor antes del matrimonio, hoy empieza a ser común el hacerlo a los catorce o quince (si es que se te ha pasado el arroz).
Es muy sencillo encontrar artículos que defiendan la práctica sexual como método para mejorar nuestra salud y bienestar. Sin ningún ánimo de poner en duda la veracidad de tan profundas investigaciones, pienso que tan peligroso es dejar de lado el sexo en nuestras vidas como anteponerlo ante todos los demás sabores de éstas (amarás el sexo sobre todas las cosas, que dirían algunos parafraseando la Biblia), no podemos crear un modelo sexocentrista de la tierra y eso es lo que podemos observar que está ocurriendo. No sólo por las muchas personas que en lugar de usar el cerebro prefieren pensar y meditar con sus atributos sexuales (independientemente de la forma de éstos), sino por todos los asuntos que la clase política debate día sí y día también relacionados con el sexo. Ley del aborto, ley del matrimonio homosexual, unidos a los inmortales debates acerca del preservativo (un clásico que nunca muere) o la ley adecuada para poder hacerlo. Con ésto mantienen a la sociedad (morbosos por naturaleza que somos) entretenida, todo ésto bien sustentado con programas como esos que invaden nuestras televisiones los viernes y sábado noche (amén de las invasiones en los días laborables, esos días en los que poner la televisión y ponerse unos electrodos en el escroto provocan la misma sensación) en los que afirmaciones como me acosté con aquél, Pepito era una bomba en la cama, estoy embarazada de Juanito, cruzan el plató como balas en el campo de batalla. Eso por no mencionar las series, series en las que el sexo y sus derivados son el alimento más común de sus guiones, como una que mancilla el nombre de dos elementales e indispensables ciencias para hablarnos de adolescentes de hormonas en pie de guerra, de jóvenes machomanes de los de espadón en ristre y pistolón cargado, de jovenzuelos (de ambos sexos) de gatillo fácil, de sexo, de sexo y de sexo. Punto final del guión, con esta frase llenan tres o cuatro temporadas, para después terminar la serie y empezar una nueva de distinto nombre, mismos actores y mismo guión.
Dijo un gran filósofo de nuestro tiempo que si quisiera hacerse millonario crearía una cadena de televisión en la que se diese porno y fútbol 24 horas al día. Sin duda alguna, lo del fútbol sería perder dinero. Amigos, aménse y quiéranse, y los que no quieran quererse que copulen sin más, pero no limiten su universo a eso.

2 comentarios:

Aniel dijo...

No sé por qué no me salen los párrafos bien separados, en el borrador me salen bien...

Observer dijo...

Que gran reflexión acerca de nuestra sociedad. He de decir que no podría estar mas deacuerdo contigo. Hoy en día parece que el único objetivo de la juventud es ese, follar. Las veces que se puede oir eso de "¿No has follado nunca? ¿Que pringado!". Ampliemos nuestro abanico de Hobby-es y metas.

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