No suelen llamarme mucho la atención los libros ambientados durante las guerras o tras ellas; incluso todo el tema de la Alemania nazi tampoco es que me llame mucho la atención. Aun así, he de comentar que Markus Zusak y su Ladrona de libros han destacado respecto a lo que a mis gustos se refieren.

Esta novela situada en la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial, está narrada de una forma peculiar. Normalmente las historias suelen estar narradas en tercera persona; y si las encontramos en primera persona tampoco nos extrañamos. Lo que menos podemos llegar a imaginar es que quien va a contarnos la historia va a ser la propia muerte. En este caso, es algo que al comienzo se hace un poco extraño; pero según te vas adentrando en la obra, cada vez es algo más común e incluso toma parte en ella descifrando en ocasiones lo que va a ocurrir.

El echo de que cada capitulo comience con el titulo de los libros que la principal protagonista, Liesel, va adquiriendo de una forma poco grata es algo bastante original. Comienza con El manual del sepúltelo que adquiere cuando muere su hermano al comenzar el viaje hacia la familia de acogida y así sucesivamente con los demás libros que coge de la casa del alcalde cuando va a recoger la ropa sucia o incluso cuando va a devolverla.

Aprende a leer gracias a la ayuda de su padre adoptivo Hans Huberman, una persona noble dispuesta ayudar a cualquiera que lo necesite. Con el tiempo, su conocimiento hacia la lectura es reconocido por los vecinos; que durante la guerra han de ser escondidos en los sótanos de las casas para poder hacerle frente y en esas ocasiones es cuando Liesel echa mano a sus libros y comienza a leérselos a los demás mientras fuera ocurre de todo manteniéndolos entretenidos.

He de admitir que una de las partes de la historia que más me ha conmovido es cuando la familia adoptiva de Liesel tiene a Max, un judío, en el sótano de su casa, teniendo el riesgo de ser descubiertos. Liesel, se hace inseparable de Max y le describe todo lo que ocurre fuera. Él emocionado, le pide que le cuente como es todo fuera, el tiempo que hace etc. Ella en cambio, le describe lo que le gustaría que ocurriese por lo que cuando él sale de la casa, queda decepcionado con lo que encuentra a su alrededor.

Se trata de una novela bastante larga pero fácil de leer ya que el autor utiliza un lenguaje bastante sencillo y a la vez introduce ciertas palabras alemanas bien definidas que en ocasiones se hace raro leer si no conoces el idioma, como es mi caso. No es una novela que te enganche, de esas que nada más llegar a casa acudes al libro para seguir su lectura; pero es entretenida y no te deja de dar sorpresas hasta el final. Por eso, he de admitir que me ha gustado bastante a pesar del ambiente en el que está situado y la extensión de la novela.

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