DOCE MESES, EXPERIENCIA ÚNICA

(I) Pensarán que los años sabáticos después de acabar el instituto y antes de realizar otro tipo de estudios es una opción a la que solo los jóvenes actuales pueden optar. Pero eso no es así. El origen de estos doce meses consecutivos proviene de los hebreos, los que tomaban el séptimo año de la cosecha para el descanso haciendo de ello una costumbre llamada “Año sabático”. Solo ha sido cuestión de tiempo el hecho de que este tipo de años se extiendan a diferentes campos, como entre otros, el académico. En realidad, los años sabáticos son más comunes en estudiantes de países como Inglaterra y Estados Unidos. Aun así, no se puede decir que aquí, hoy por hoy, haya preuniversitarios que no se atrevan con esta experiencia tan gratificante.

Es evidente que la decisión de tomarse un año sabático y que sea de provecho depende de uno mismo. Claro está que emplear un año haciendo el vaguete en casa sería una pérdida de tiempo. En cambio, aquellos que bien saben que el tiempo es oro, se percatarían de que son infinitas las (T) ventajas de irse fuera de año sabático al finalizar el instituto. Y, es por eso por lo que muchos jóvenes se van de año sabático, para mejorar en ciertos ámbitos, a parte de los jóvenes que no tienen claro los estudios que van a realizar posteriormente.

(A1) En principio, es lógico que los jóvenes que optan por viajar un año al extranjero acaben dominando el idioma de ese lugar. Además, nadie ignora el valor profesional que tienen los idiomas y lo prácticos que son para viajar. ¿Realmente creen que no merece la pena? Aprender un idioma en tan solo un año, sinceramente, parece increíble. Supongo que habrán oído hablar de los jóvenes que van de “au pair”, aquellos que cuidan niños y aprenden el idioma mientras que la familia les paga la estancia, un verdadero chollo.

(A2) Dejando a un lado los idiomas, hay que ver la madurez que obtienen los jóvenes durante este periodo de tiempo, de ahí que las madres se queden alucinadas a su llegada. Por consiguiente, no hay mal que por bien no venga. A pesar de que dichas madres sufran la ausencia de los hijos en todo ese año, al final es imposible que se arrepientan al ver que sus hijos han aprendido a lavar la ropa, cocinar, planchar…A ser más autónomos en toda regla. Del mismo modo, la gran mayoría de jóvenes que van al extranjero no conocen a nadie, es decir, tienen que arreglárselas sí o sí, aprendiendo a cuidarse de sí mismos y, consecuentemente, volviéndose independientes.

(A3) Sin lugar a dudas, un año sabático en el extranjero les habré la mente. Encontrarse con culturas, gente, costumbres…diferentes a la suya, hace que su mundo tan limitado se agrande y por ello obtener más experiencia vital. En algunos casos, incluso el concepto que tenían sobre la vida cambia radicalmente. Por ejemplo, los voluntarios que acuden a países del tercer mundo. Antes de partir, no creo que se imaginasen lo duro que es ver como muere tanta gente inocente por falta de comida y medicinas. Visto lo visto, comienzan a valorar más su vida.

(C) En definitiva, remitiéndome a lo anteriormente dicho, tantas experiencias, conocimientos y amigos nuevos son los que hacen que los doce meses se conviertan en algo repleto de ventajas para ellos y para sus vidas. Además, es incuestionable el hecho de que aprovechar un año en el extranjero al finalizar el instituto sea perder un año de tu vida ni mucho menos. Desde luego, los jóvenes que lo han tomado, si pudieran volver atrás, repetirían.

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