Confesiones de una consumista


Ayer me enfrente a un gran dilema moral. Me encontraba en unos grandes almacenes, de esos en los que puedes comprar cualquier cachivache, película, serie de televisión o libro de última moda, estaba parada delante de una gran estantería plagada de los mas modernos mp4s. Meditaba acerca de que necesario e imprescindible item debía adquirir, me debatía entre adquirir un reluciente iPod Nano 3ª generación de 12 gigas con cámara o por el contrario dejarme seducir por deslumbrante iPod Touch con pantalla táctil y 32 gigas mmm… difícil decisión.

El atractivo del iPod Touch es que tiene wi-fi y por tanto tienes la ventaja o vicio de poder conectarte a internet a todas horas y en cualquier parte. El iPod nano en cambio tiene radio y cámara de fotos y un plus muy importante, que puede adquirirse en diferentes colores, desde el rosa chillón hasta el verde fluorescente. Pero reduzcamos el famoso aparato a su primigenia función la de reproducir música, entre tantas nuevas aplicaciones su función primaria esta prácticamente sepultada. Ya uno no tiene claro que diferencia hay entre un móvil, un ordenador, una Pda, un mp4 o un iPad (el último en llegar a la fiesta de la nueva tecnología). Sus creadores las van llenado de nuevas aplicaciones e inventos para hacernos sentir que lo que tenemos ahora ya está desfasado, que ya ha salido uno con linterna submarina, escudo protegedragones o traductor de élfico. Ahora, que dios me perdone, voy a recurrir a la frase mas manoseada en esta clase de artículos: es que ya non saben que inventar.

Pero la verdad es que, yo también soy débil y manipulable, he cedido a la tentación de adquirir uno de estos codiciados y preciados artículos. A pesar de ser la orgullosa propietaria de un iPod nano de 2ª generación me he convencido de que el susodicho esta desfasado y de que se me ha quedado pequeño, ya que no tiene memoria suficiente para mis 8.000 canciones. Finalmente he sucumbido y me he decidido a comprar el iPod touch, y cual ha sido mi decepción cuando me han comunicado que se habían acabado. He saldo de la tienda enfurruñada, como una niña pequeña cuando se le priva de comerse un caramelo, es más he sentido el urge de comprar algo, cualquier cosa. Ha sido hay cuando me he dado cuenta en lo que nos hemos convertido, en una panda de niños consentidos, egoístas y privilegiados, que vivimos en una burbuja de mimos, atenciones, manipulación y placer inmediato. Nuestra mayor preocupación es la de elegir entre el touch o el nano. Lo peor es que tampoco me siento avergonzada, lo admito soy una consumista. Así me criaron.

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