FASHION VICTIMS


Lo que hoy en día llamamos ropa, en su origen no era más que una segunda piel ideada por los humanos para protegerse de las inclemencias externas. Un recurso imprescindible para la supervivencia, cosa que siegue siendo así actualmente, pero parece ser que una vez más las tendencias materialistas y consumistas han conseguido su mayor objetivo mediante la creación de la distinguida MODA.


Resulta que no es más que la tendencia a ocultar nuestro cuerpo humano con las prendas de mayor inclinación social de cada momento. Parece que al menos 10 minutos de nuestra rutina matutina los dedicamos pensando con que combinación de prendas pretendemos pasar el resto del día, las cuales condicionan muchas veces nuestro estado anímico, fundamentalmente la comodidad con nosotros mismos.

Así, la moda llega a convertirse en un sello de identidad, un gran reflejo de nuestras preferencias y gustos, llegando a mostrar distintivos rasgos de personalidad.



Es de mencionar la estrecha relación entre la vestimenta y la apariencia, haciéndolas totalmente dependientes la una de la otra, como si de uña y carne se tratara. Y es que es impensable dejarse ver con un simple chandal en una entrevista de trabajo o acudir a una boda con camisa y “jeans”. Esa importancia de llevar un atuendo adecuado en cada ocasión, y ese apremio de “estar a la moda” son los causantes de que hoy en día la gran mayoría de la populación se pueda considerar “fashion victim”.



Al fin y al cabo se trata de una trampa más creada por la sociedad del mundo del consumo, llevando el grado de necesidad de los atuendos a un hecho innecesario y exageradamente desmesurado.

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