Y es que muchas veces no nos damos cuenta de la suerte que tenemos de ser ricos, porque eso es lo que somos, ricos. Tenemos un techo y una cama para dormir, ropa de todo tipo, comida para todos los días, un entorno familiar sumamente agradable… y todavía nos sobra tiempo y dinero para darnos algún que otro capricho.
Por otra parte, muchos de los problemas económicos que hay en el mundo se solucionarían si el dinero de los ricos estuviese bien repartido, así como todo el dinero que se invierte en el deporte. ¿O acaso no es una burrada que un jugador de fútbol o de baloncesto cobre más de diez millones de euros al año? ¿O que en deportes como la fórmula 1 o el motociclismo se inviertan mas de cincuenta millones de euros por equipo al año? Y todo eso cuando millones de personas alrededor de todo el mundo no tienen nada que llevarse a la boca y mueren de hambre, de deshidratación o por una simple picadura de insecto, y nosotros, de mientras, preocupándonos por la llamada crisis económica, lo que demuestra lo egoísta que puede llegar a ser el ser humano.
La verdad es que somos una sociedad movida por la tecnología y la ciencia, y una sociedad que le da demasiada importancia a lo material, cuando lo verdaderamente importante es lo que nos rodea, la gente de la que nos rodeamos y a la que queremos de una manera más o menos afectiva. Por eso tenemos que intentar olvidarnos de nuestra situación económica y ayudar a los más necesitados, así como querer a nuestra familia y nuestros amigos.
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