Desde hace ya unos años se ha puesto de moda entre los jóvenes el alquilar un txoko. Los txokos, como todo, tienes sus ventajas y sus desventajas. Por un lado, en invierno te resguardan del frío y la lluvia, mientras que en verano, a las horas claves de máximo calor te pueden llegar a proporcionar ese toque de frescor que tanto ansía uno. Además, se puede estar en intimidad con los amigos sin molestar a nadie y, en vez de hacer el famoso “botellón” tan conocido por los adultos puede convertirse en un simple “wateke” que no hace mal a nadie y no ensucia las calles.
Por el contrario, suelen ser bastante caros para los jóvenes, ya que no trabajamos y de pagas uno no se puede permitir estos lujos, y normalmente, los vecinos no quieren tener este tipo de inquilinos. Incluso, en ocasiones, se ponen de acuerdo en echarles antes de que pase nada.
Hay que sumarle a todo esto, que desde mediados del año pasado comenzaron en Algorta las obras del nuevo Getxo Antzokia. Como ya sabemos, el Getxo Antzokia esta en la plaza San Nicolás, típico lugar en el que los jóvenes se reunían en su tiempo libre. Ahora, que no tienen un sitio donde estar, ¿a dónde van a ir? Es verdad, que hay bares, pero algunos son demasiado jóvenes para eso y si no consumes, no puedes estar y en algunos bares te piden hasta un mínimo de edad para entrar. Además, las consumiciones son tan caras, que a final de mes se te pone más caro el estar en un bar que en tu txoko.
Tengo que añadir, que el encontrar un garito bueno no es nada fácil, mucha gente los alquila sólo para negocio, otros son demasiado caros para el metro cuadrado, otros están demasiado lejos, y también esta el problema de la comunidad. Después de encontrar el txoko perfecto y de convertirlo en un hogar, ya los vecinos se empiezan a quejar. La cuestión es quejarse por todo, y los jóvenes siempre tendremos las de perder. Por mucho que se quejen de ruido, haremos el mismo ruido dentro que fuera del txoko, pero claro, como es un txoko y es lugar del pecado te denuncian, pero en la calle no se te dice nada por ruido.
Si estamos en la calle con nuestro botellón, porque ensuciamos la calle, si estamos en la lonja, porque hacemos ruido… Que pasa, ¿que nosotros no nos podemos quejar cuando ellos andan trajinando, o están de bronca, o cuando su niño pequeño no para de berrear? Entiendo, que algunos jóvenes no son tan responsables como otros, claro ejemplo de la nueva generación “ni-ni”, pero no todos somos así. De vez en cuando nos gusta pasárnoslo bien, y la única forma de convivencia es la tolerancia y el respeto. Los adultos deberían quitar todos esos prejuicios de los jóvenes y concienciarse de que todos no son iguales.
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